La lucha por la conservación de los esgrafiados es una de mis motivaciones, ya que en muchas ocasiones la práctica habitual es la de picar y rehacer el esgrafiado, lo que elimina la autenticidad y el carácter a una fachada. En Segovia lo sabemos bien y apreciamos este revestimiento de fachadas que empleamos desde la época romana, evolucionando en el mudéjar y asentándose en el S.XVII hasta nuestros tiempos. La maravilla de sus volúmenes en dos dimensiones, los juegos geométricos, los colores, la textura, el ritmo…todo lo que hace vibrar a una fachada.